Este cuento surgió desde la necesidad de transmitirle a un niño que debía repetir curso, que no pasaba nada si necesitaba estar más tiempo en un mismo lugar; que respetara su propio ritmo.
Una vez escrito, explica Inés Vallvé, al cuento en sí, también le fueron creciendo las piernas, centímetro a centímetro. Les mostré el cuento a compañeras de profesión -psicólogas-, que vieron el potencial y me alentaron a “hacer algo con él”.
Fue así cómo le propuse a Stephany Salas si querría darle forma a Max, ilustrar el cuento, crear el paisaje del Paleolítico. ¡Ahí fue cuando este cuento dio el estirón!
Durante un proceso de más de un año, Stephany fue creando las ilustraciones con collage, noche tras noche, gestando las imágenes mientras a su vez, gestaba vida también dentro de ella.
Paso a paso, a nuestro propio ritmo, le fuimos dando forma al cuento, hasta poder juntar las piezas, maquetarlo y Voilà: obtuvo forma de libro.
Entonces se me ocurrió que también sería bonito añadirle un poco de ritmo a la historia, por lo que le propuse a Catalina Salom, cantautora gallega, si quería componer una canción original para el cuento. Fue así como nació “A mi ritmo”, la canción que queda incluida en el libro a través de un código QR que te traslada desde el Paleolítico a Youtube.
Tras la canción y en las últimas páginas del cuento, aparece un apartado de reflexiones para los adultos que en realidad bien podría haberse titulado “Aplícate el cuento”. Si bien el cuento fue pensado para niños, también es aplicable para adultos, pues qué necesario es poder respetarnos nuestros propios ritmos y descansar, sin dejarnos arrastrar constantemente por las obligaciones, deberes, exigencias y retos. Atreverse a parar.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Es un placer poder compartir esta creación con todas vosotras y vosotros.
Si os ha cautivado y queréis leer la historia de Max, disfrutar de las ilustraciones, escuchar la canción y aplicaros el cuento, podéis encargarlo en las siguientes plataformas: